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Ana e os Bonecos - Tradutor

Ana e os Bonecos - Pesquisa

15/09/2010

Ana e os Bonecos - Guignol - Colaboração de Tito Diaz - 1/3

Tras los pasos de Guiñol y su implantación en México.
Por Tito Díaz (parafraseando a Roberto Lago)

TITO.- (Titiritero. Sujeto tímido acostumbrado al anonimato que proporciona el antepecho de un teatro guiñol) He de confesar que contar historias no se me da muy bien. Si fuera –yo- un títere sería distinto, porque acaso los títeres dicen con mayor libertad lo que hay qué decir. No cabe duda: ¡los títeres son los seres más libres sobre la tierra! Por tal motivo voy a pedir a Píndaro Menchaca y Terrón, un títere que sí sabe contar historias, los lleve de la mano por este apasionante viaje en el tiempo y el espacio siguiendo los pasos de Monsieur Guignol.

Tito Díaz con Píndaro Menchaca y Terrón
PÍNDARO.- (Títere. Un viejo académico. En ocasiones malhumorado) ¿Qué es un títere guiñol? ¿Qué es un teatro guiñol? ¿Quién es Guiñol –o Guignol-?

Comencemos por definir qué es un títere. Es común creer que una cosa son los títeres y otra las marionetas, o que una cosa son los guiñoles y otra los títeres. No, señores; son lo mismo. Títere, según el diccionario es una: Figurilla de pasta o cualquier otro material que se mueve con una cuerda o algún otro artificio. Noten cómo dice que se mueve. Nosotros pensamos que el títere, para que sea considerado como tal, debe de ser animado; esto es, que tenga ánima, alma, vida; y que cumpla una función dramática, o sea, que represente. Así pues, existen los títeres de hilos, o marionetas; los títeres de guante, o guiñoles; los títeres de varillas, los títeres de sombra, etc.

A manera de noticia, les diré que los muñecos de guante o de funda ya se conocían desde hace muchos, muchísimos años, es más, ya existían en la Edad Media. Pues bien, Monsieur Guignol, que también es un títere de guante, aparece por primera vez en escena una noche de octubre de 1808, en un cafetín de la ciudad de Lyon, Francia. Muy pronto se hizo famoso, tanto, que desde entonces a todos los títeres de guante se les conoce como guiñoles, y el tipo de teatro que se representa con estos títeres se le llama teatro guiñol.

Su espíritu reivindicativo contra las tiranías, las desigualdades y las injusticias sociales es lo que le han dado esa trascendencia universal de la que hoy goza. El creador de este singular personaje fue un obrero de las filaturas de seda de Lyon, Francia: Laurent Mourget, quien en 1792, precisamente cuando la revolución estalla en París, y con el corazón de hombre libre, opta por cambiar de oficio, deja la fábrica y se convierte en vendedor feriante. Los tiempos son difíciles y no son propicios en su pequeño comercio y, en 1798, lo encontramos en la vía pública ejerciendo la odontología, para lo cual le ayuda eficazmente un muñeco, un títere que él mismo ha fabricado. En 1804 encuentra su verdadera vocación, ahora sí, para siempre; se convierte en titiritero.

Al paso del tiempo se ha aburrido de Polichinela y lo sustituye por otro personaje de su propia creación… Ha nacido Monsieur Guignol. Después su esposa, Madelon; luego Gnafrón, zapatero remendón, borrachín y amigo inseparable de Guignol; con otros personajes en el elenco de la época, logra crear una compañía con la cual puede llevar a escena cualquier obra.

Hacia 1840, y por última vez, Mourget instala su retablillo en Viena, Austria, donde muere en 1844.

Guignol tiene un airecito disimulado y aparentemente bonachón, pero bajo él está el terrible Monsieur Guignol que todo lo soluciona a palos.

Este personaje grotesco, multiforme, pícaro y lujurioso es también muy famoso en otras partes del mundo. Lo llaman: Petrushka, en Rusia; Don Cristóbal, en España; Kasper, en Alemania; Hanswurst, en Austria; en fin, es universalmente conocido. Es el pariente descarriado de los títeres, pero también hay qué reconocer sus méritos. Defiende a los pobres y a los marginados, y ha sido muchas veces el portaestandarte y el refugio de las reivindicaciones populares; es amigo fiel de la botella y el diablo. Pero no hay qué confundirse, no es un Quijote idealista, porque ha vivido y conoce las más crueles realidades. A lo largo de la historia ha sido siempre fiel intérprete de la voz del pueblo, a pesar de todas las excomuniones, las amenazas y las proscripciones que han lanzado contra él los oradores públicos desde los púlpitos, desde las tribunas o los H. Ayuntamientos. Monsieur Guignol es, sobre todo, un personaje sensible; su ingenio rápido y espontáneo lo saca siempre airoso de las situaciones más apuradas…

Ahora bien, ¿cómo y cuando llega Guignol a México?

Pues difícil es averiguarlo. Quizá no logremos aclararlo nunca. Si bien es cierto que entre las tropas del conquistador Hernán Cortés viajaban dos titiriteros, Pedro López y Manuel Rodríguez, es casi seguro que se trataba de marionetistas (hay datos que nos dicen que las marionetas eran los títeres que mayormente se usaban en el Viejo Mundo, por aquella época). Se piensa que Guignol pisó tierras mexicanas refundido en la mochila de algún invasor francés –bonachón y bigotudo- de las líneas que acompañaron al Emperador Maximiliano en la funesta expedición de 1862, representando alguna farsa del viejo repertorio del guignol lyonés, en un escenario improvisado, con la tropa como público, riendo y gozando de “los duros vocablos con que suele estar condimentado a menudo el delicioso lenguaje de los muñecos…” (Federico García Lorca).
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